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Como dice Terry Teachout en el prólogo: «Ciertas buenas novelas están destinadas a ser perpetuamente redescubiertas, y me temo que Te quiero verde, de Elaine Dundy, es una de ellas.» Y yo la he redescubierto.
Henry James y Edith Wharton escribieron sobre los avatares de toda joven estadounidense que descubre Europa. Pero es Sally Jay, el personaje creado por Elaine Dundy en Te quiero verde, la que nos dice lo que está pensando realmente. Encantadora, sexy y divertida, Te quiero verde se convirtió en una novela de culto desde su primera publicación en 1958, y sigue siendo el retrato intemporal de una mujer apasionada por la vida.
«Tomad a una chica de 21 años llamada Sally Jay, flamante graduada universitaria y llena de energía. Soltadla en la ribera izquierda de París. Añadid un diplomático italiano, un director de teatro, una pareja de artistas y un traficante de esclavos. Mezclad hasta la efervescencia. El resultado: exquisitas horas de lectura divertida y apasionante. En suma, juegos y juergas.» – Newsweek
Sally Jay es una joven americana bastante rebelde. Cuando era tan sólo una adolescente y se quejaba de que no tenía libertad, llegó a un acuerdo con un familiar: estudiaría y terminaría una carrera universitaria y, entonces, él le pagaría un año entero en Europa. Y en ese momento transcurre la novela. Sally está sola en París, viviendo en una pequeña pensión y relacionándose con artistas y bohemios de todas las partes del mundo. Allí conocerá hombres atractivos, se encaprichará de varios y luego pensará que tampoco son para tanto, irá de fiesta en fiesta, posará como modelo de desnudos y viajará a un pueblecito del sur de Francia donde lo único que ocurre es que llueve y llueve sin cesar.
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